viernes, 31 de agosto de 2012

Sueño

Cuentan, que en el lugar más hermoso del universo, vivía un niño llamado Sueño, el cual anhelaba crecer y conocer otros mundos.
Sueño se divertía jugando y jugando todo el día por aquí y por allá, en las nubes....
Una vez, Sueño se dio cuenta que él no crecía como lo hacían sus amigos; además, empezó a sentirse muy débil, y poco a poco perdió las ganas de jugar.
Un día, Dios, que desde el cielo veía a su hijo Sueño tan débil, envió un mensajero celestial en su ayuda.
El mensajero llevaba un maletín muy especial que contenía alimentos divinos para fortalecer y hacer crecer a Sueño.
Desde el primer bocado que Sueño tomó aquellos alimentos divinos, y durante todos los días que el mensajero se pasó cuidando y alimentando a Sueño, éste empezó a mejorar.
Estas divinas comidas constaban de: caldo de constancia con fuerza, platos nutritivos de voluntad y trabajo, postres hechos a base de paciencia, zumos a base de decisión y, lo más importante mucha dosis de confianza y amor.
Sueño creció y creció, y llegó a dejar de ser Sueño para convertirse en Meta. Y claro que siguió jugando, pero ya no por las nubes, sino en la tierra. Y conoció otros mundos como la felicidad y la satisfacción.
Y al poco tiempo, Nube, o sea Meta, se transformó en Realidad.

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