lunes, 28 de abril de 2014

Soy yo quien decide

Un hombre se encuentra con un amigo en la calle, y le acompaña a comprar el periódico.
Al llegar al kiosco, su amigo saludó amablemente al vendedor.
El kiosquero, en cambio, respondió con modales bruscos y desconsiderados, y hasta le lanzó el periódico de mala manera. Su amigo, no obstante, sonrió y pausadamente deseó al kiosquero que pasase un buen fin de semana.
Los dos amigos continuaron su camino, pero asombrado con lo ocurrido le dice a su amigo:
- Oye, ¿ese hombre siempre te trata así?
- Si, por desgracia.
- Y tú, ¿siempre te muestras con él tan educado y amable?
- Si, así es.
- Y ¿me quieres decir por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
- Es muy fácil. Porque yo no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar yo.

Seguro que tod@s tenemos un "kiosquero" parecido en nuestra vida...No caigáis en su juego....
¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!

martes, 22 de abril de 2014

Una gran lección

Dice una bella leyenda árabe, que dos amigos viajaban por el desierto, y en un determinado punto del viaje, ambos discutieron.
Uno acabó dando al otro una fuerte bofetada. El ofendido, sin decir nada, se agachó y escribió con sus dedos en la arena: " Hoy mi mejor amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara. "
Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado empezó a ahogarse. El otro se lanzó a salvarlo y evitó que perdiese la vida. Al recuperarse del posible ahogamiento, tomó un estilete y empezó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar se podía leer: " Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida. "
Intrigado su amigo le preguntó: 
- " ¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora has escrito en una roca? "
Sonriente el otro respondió: 
- " Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargará de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un gran amigo nos ayuda o nos ocurre algo grandioso, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento de ninguna parte del mundo, podrá borrarlo. "

¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!

lunes, 14 de abril de 2014

¡¡¡ Que complicados somos !!!

Un anciano está haciendo cola para subir al autobús cuando, un joven que espera detrás de él le pregunta:
- " ¿Tiene fuego? "
- ¡No! - le contesta algo enfadado el anciano.
El joven piensa: " No me muerdas ", y pide fuego a otra persona.
Unos minutos más tarde, el anciano se enciende un cigarrillo, así que el joven le dice:
- " Oiga, ¿por qué me ha dicho que no tenía fuego cuando está claro que sí tiene? "
- " Verá usted - responde el anciano- Si le hubiera dado fuego, es probable que usted y yo nos hubiéramos puesto a hablar, es probable que hubiéramos acabado sentándonos juntos en el autobús, es probable que hubiéramos acabado conversando. Usted parece un tipo agradable y es posible que hubiera empezado a caerme bien. Y entonces, podría haberle invitado a bajarse en mi parada para venir a mi casa a cenar. Si hubiera venido a cenar, es probable que hubiera conocido a mi hija, es probable que hubiera salido con ella. Si esto pasara, quien sabe, es probable que acabara en boda....y ¡ yo no quiero que ella se case con alguien que ni si quiera puede comprarse un encendedor !.

¡¡¡ Ja,ja,ja !!! La mente humana es así....
¡¡¡¡ FELIZ SEMANA SANTA !!!!

lunes, 7 de abril de 2014

¿Cuánto vales?

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?.
El maestro sin mirarlo, le dijo:
- Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después.
Y haciendo una pausa agregó:
- Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
Encantado, maestro titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
- Bien - asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: - Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejecito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuanto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro, podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación. - Maestro - dijo - lo siento, no pude conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dijiste, joven amigo - contestó sonriente el maestro, - Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregunta cuánto te da por él, pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
- 58 MONEDAS !!!!!!!!! - Exclamó el joven.
- Si, replicó el joyero, yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente.
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo. - Tú eres como este anillo: una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!