miércoles, 27 de noviembre de 2013

Bálsamo labial casero

Con el frío que está haciendo se nos agrietan los labios con mucha facilidad.
Esta es una receta casera de un excelente bálsamo labial.
Ingredientes :
. Una cucharadita de miel.
. 118 ml de aceite de oliva ( también puede ser aceite de almendras o de girasol ).
. Si quieres que se quede sólido como cuando se compra, necesitas 14 ml de cera de abeja.
. Si quieres que tenga sabor, añadir unas gotitas de esencia alimentaria del sabor deseado ( unas 10 como mucho ).

Elaboración :
- Si no tienes ni la cera ni la esencia para el sabor, sólo tienes que mezclar el aceite y la miel. 
Guardar en tarrito de cristal.
- Si quieres que sea más elaborada, derrite la cera de abeja al Baño María. 
Cuando esté derretida añade la miel, el aceite y la esencia del sabor elegido.
En caliente viértelo en el tarrito de cristal. Cuando se enfríe será igual que el bálsamo labial comprado.

Patatas guisadas con almendras


Ingredientes :

- 1,5 kg. de patatas para cocer
- 10 almendras crudas
- 500 ml. de caldo de verduras
- 2 rebanadas de pan
- 2 dientes de ajo
- 1 cucharadita de pimentón
- Aceite
- Perejil

Elaboración :
Freímos los ajos, el pan y las almendras en una sartén con un poco de aceite de oliva. Después, escurrimos todo, lo pasamos a un mortero y lo machacamos junto a la cucharadita de pimentón y el perejil.
Agregamos a la picada el medio litro de caldo de verduras y lo reservamos; en el mismo aceite que se ha utilizado, rehogamos las patatas cortadas en trozos y añadimos la preparación anterior.
Dejamos cocer a fuego suave hasta que las patatas estén en su punto.

¡¡¡¡ Ideal para estos días tan fríos !!!!


lunes, 25 de noviembre de 2013

El asno y el lobo

Un asno estaba plácidamente comiendo hierba en un prado, cuando observó que, desde lejos, un lobo venía corriendo hacia él con un único propósito: hincarle los dientes.
Cuando lo tuvo cerca, el asno empezó a hacerse el cojo.
El lobo, que siempre quería enterarse de todo, se dirigió al cuadrúpedo y, antes de saciar su hambre con él, le preguntó qué le pasaba en la pata que iba arrastrando.
El asno vio en el interés del lobo una oportunidad de escaparse y continuó con su farsa, explicándole que cuando pasaba junto a un seto había rozado una de las espinas que había cerca del suelo y se la había clavado. Tras lamentarse de su mala suerte, le sugirió al lobo que, si en realidad tenía intención de zampárselo, era preferible que le arrancara la espina no fuese que, cuando empezara a engullirlo se le clavase en la garganta.
Totalmente confiado en la bondad del asno, el lobo se dispuso a quitarle la espina cuando, sin esperárselo, recibió una fuerte coz que le rompió varios dientes. Tras ver cómo se escapaba trotando el astuto asno, el lobo pensó: "Me está bien empleado por meterme a médico cuando mi padre sólo me enseñó el oficio de carnicero".

Cuant@s deberían aprender esta lección....
¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!

lunes, 18 de noviembre de 2013

Los dientes del sultán

Cuentan que en un país muy, muy lejano, vivía un viejo y riquísimo sultán, al que todos os súbditos temían por su carácter temperamental y supersticioso.
Una noche soñó que había perdido todos los dientes y, nada más levantarse, ordenó que trajeran ante su presencia a uno de los hombres más sabios de la corte, al que preguntaría por el significado de su perturbador sueño.
- " Qué augurio más funesto, mi señor " - respondió el sabio - " Cada diente caído representa la pérdida de uno de sus queridos parientes ".
- " ¿Pero cómo os atrevéis a decirme eso?, ¡ Insolente ! - Exclamó el sultán enfurecido, mandando a sus guardianes que le dieran cien azotes al sabio.
El sultán dio orden de llamar a otro hombre sabio, que tras oír el mismo sueño le respondió : 
- " ¡ Qué felicidad ! El sueño muestra que tendréis una larga vida y sobreviviréis a todos vuestros familiares. "
Como recompensa, recibió 100 monedas de oro y, cuando los cortesanos le preguntaron por su interpretación, tan diferente de la del otro sabio, respondió :
- " He dado la misma verdad, pero hay dos formas de darla: la pesimista o la optimista ".

Siempre hay que mirar el lado positivo de todo, ¿ no ?
¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!

lunes, 11 de noviembre de 2013

El anillo del Rey

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte
-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.
Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.
El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó.
Y éste le dijo: No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.
Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico.
Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey. Pero no lo leas le dijo mantenlo escondido en el anillo.
Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
- Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía: "ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.
Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
- Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
- ¿Qué quieres decir? preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
- Escucha, dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras.
No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.
No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.
Entonces el anciano le dijo: Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes.
Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
Grábatelo bien en tu cabeza y en tu corazón.

¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!


lunes, 4 de noviembre de 2013

Alimentación Macrobiótica

¿En qué consiste? 
Nada de carnes rojas, pero si todo tipo de pescado.
Nada de productos refinados y sí todo lo que sea integral, harinas, arroces, pasta, ....
Verduras y frutas, también legumbres.
Se da prioridad a los productos ecológicos.
La utilización de Algas para ensaladas, para los rollitos de sushi, como guarnición en guisos y sopas, y con otros usos.
Si tienes la mente abierta, es una opción para experimentar, es eficaz en dietas, pero debe ser supervisada porque al principio se puede cometer el error de no consumir los nutrientes necesarios, que un experto suele recomendar con complementos dietéticos.

Este es un ejemplo: Arroz integral y salvaje salteado en el wok, con algas (Lechuga de mar, Wakame y Nori), aderezado con un chorrito de salsa de soja.
Distinto, muy sabroso y muy bajo en calorías.



Enseñanza Zen

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí.
Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.
Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.
Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?
El maestro les preguntó:
-Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?
-A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos.

-Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos, dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

Parece difícil, pero es cuestión de práctica.
¡¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!!