lunes, 9 de junio de 2014

Cuento Zen

Un venerable monje budista vivía prácticamente apartado del mundanal ruido, meditando y contemplando los dorados atardeceres.
Sólo rompía su rutina para impartir sus enseñanzas místicas a un joven alumno.
En una de esas sesiones le ordenó lo siguiente:
- " Querido mío, acércate al cementerio y grita toda clase de halagos a los muertos".
El alumno así lo hizo y regresó ante el maestro.
- " ¿ Qué te respondieron los muertos ? " - Le preguntó el monje.
- " Nada ". - Contestó el muchacho.
- " Siendo así, tendrás que volver al cementerio y, una vez allí, insultarás a los difuntos. " - Dijo el maestro.
Obediente, aunque asombrado por lo que le pedía el anciano, se dirigió de nuevo al camposanto y, de pie en medio de las numerosas tumbas, soltó toda clase de improperios. Después volvió ante el maestro.
- " ¿Qué te respondieron ahora los muertos ? " - Preguntó el anciano monje.
- " Nada. " - Contestó lacónico el joven.
El maestro concluyó: - " Así debes ser tú, indiferente como un muerto a los halagos y a los insultos de los demás. Quien hoy te elogia mañana te puede insultar, y al revés. No seas como una hoja a merced del viento de los halagos e insultos y sé siempre fiel a ti mismo. "

Guau !!!! Menuda lección !!!
¡¡¡ FELIZ SEMANA !!!


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