lunes, 25 de febrero de 2013

Cuento Oriental

Un hombre visitó una tierra lejana y compró un espejo, objeto que era absolutamente desconocido para él.
Le había llamado la atención, porque cada vez que lo miraba le parecía ver en su interior la cara de su padre fallecido, así que lo guardó en un cofre y se lo llevó a su país.
De vuelta en su casa, cuando se sentía triste o preocupado, subía al desván, abría el cofre y se asomaba en él para ver la cara de su padre, que aunque triste y preocupada también, le transmitía confianza y ánimo.
Su mujer, extrañada por aquella conducta, decidió un día  que estaba sola subir al desván y abrir el cofre. Para su sorpresa, vio en su interior la cara de una mujer que la miraba con curiosidad.
Cuando regresó el marido, ambos discutieron amargamente:
- ¡Hombre vil, me engañas con esta mujer! -Le decía ella a él mirando dentro del cofre.
- ¡Estás loca! ¿No ves que es mi padre? -Le decía él a ella mirando dentro del cofre.
- ¿Crees que soy ciega? ¡Yo veo que es una mujer! -Le reclamaba ella a él.
Como la discusión iba a más, decidieron que el sacerdote de su comunidad arbitrara la discusión.
El sacerdote, después de escuchar a ambos, miró al espejo que seguía dentro del cofre y dictaminó:
- Ni aquí hay ninguna mujer, ni tampoco está tu padre, aquí lo que hay claramente es un sacerdote.

Muchas veces damos por ciertas las cosas que nos parecen, y no las que son. Que no nos pase lo del cuento...

¡¡¡¡ Feliz semana !!!!


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